
Nicole Layolle: si los visitantes no entienden el valor de lo que viven, y si las comunidades no valoran lo que tienen, no hay sostenibilidad posible.
Consultora en turismo sostenible y desarrollo internacional | Reino Unido
Nicole Layolle es consultora de turismo sostenible bilingüe francés/colombiana, que cuenta con más de una década de experiencia en turismo sostenible y desarrollo comunitario.
Ha trabajado en el Reino Unido a nivel internacional con Acorn Tourism Consulting, apoyando proyectos que promueven prácticas de turismo sostenible y regenerativo a nivel mundial. Recientemente se ha trasladado al continente americano para coordinar una delegación
Su experiencia incluye la gestión de proyectos, el desarrollo del turismo sostenible, la comunicación de marketing y el desarrollo de capacidades locales. Ha liderado iniciativas que empoderan económicamente a las comunidades, especialmente en Colombia, a través de programas financiados por organizaciones internacionales y agencias gubernamentales.
Con un máster en Derechos Humanos y Cultura de la Paz, se ha especializado en turismo comunitario y responsabilidad social. Le apasiona co-crear soluciones sostenibles con las comunidades, ayudándolas a preservar su patrimonio y a crecer como destinos únicos.
Impulsada por su compromiso con el impacto positivo, se dedica a fomentar la prosperidad a largo plazo de las comunidades y a promover el desarrollo del turismo responsable en todo el mundo.
Nicole, tienes una trayectoria internacional destacada en el sector turístico. ¿Cómo ha influido tu identidad franco-colombiana en tu visión del turismo como herramienta de desarrollo?
Más que una influencia directa, mi doble nacionalidad me ha abierto puertas y oportunidades para trabajar en Europa, lo que ha ampliado mi visión del turismo como herramienta de desarrollo.
Haber crecido en Colombia y tener acceso a la experiencia europea me permite conectar dos realidades: por un lado, el enfoque en sostenibilidad y planificación estratégica que caracteriza a Europa, y por otro, la necesidad de aplicar estas prácticas de manera inclusiva y adaptada a contextos locales en países en desarrollo como Colombia.
Además, crecí con un padre francés profundamente enamorado de Colombia, que me enseñó a mirar mi país con otros ojos, a dejar de normalizar lo que teníamos y a empezar a valorarlo más. Creo que esa mezcla de miradas ha marcado mi manera de entender el turismo como una herramienta para transformar realidades y generar orgullo en las comunidades.
¿En tus últimos proyectos, qué aprendizajes globales has podido aplicar en proyectos locales, especialmente en América Latina?
En el último año he tenido la oportunidad de recorrer gran parte de Inglaterra, trabajando con diferentes actores del sector y conociendo de cerca sus prácticas y políticas de sostenibilidad.
Ha sido inspirador ver cómo se integran acciones muy concretas en la vida cotidiana y en la gestión turística: los huertos comunitarios, los esfuerzos por ser destinos dark sky friendly, la transición hacia energías limpias como paneles solares o biocombustibles, la restauración de hábitats naturales con hoteles para insectos y casas para aves, la reforestación cuidadosa con especies nativas y el fomento de la biodiversidad a través de flores silvestres para polinizadores.
Lo que más me ha marcado es la naturalidad con la que estas prácticas se asumen, no como un requisito de marketing o una obligación, sino como parte de un estilo de vida y un compromiso con un futuro más saludable.
En América Latina tenemos un patrimonio natural inmenso, pero aún nos falta avanzar en esa conciencia y educación colectiva para valorar y cuidar. Esta visión es la que trato de transmitir en los proyectos locales: entender que el turista que queremos atraer busca experiencias auténticas y responsables, pero más allá de eso, que nuestra relación con el entorno debe empezar por enamorarnos de él para vivir mejor, no solo para venderlo.
Has liderado iniciativas financiadas por agencias internacionales. ¿Qué claves crees que aseguran que estos proyectos realmente beneficien a las comunidades a largo plazo y no se queden en intervenciones temporales?
Sí, he trabajado en proyectos de cooperación internacional financiados por entidades como el Banco Mundial, UK PACT y diferentes fondos de embajadas. Según mi experiencia, hay tres claves para que estos proyectos generen un impacto real y sostenible en las comunidades:
Primero, la gobernanza local. Es fundamental que la comunidad sienta el proyecto como propio y no como algo impuesto desde afuera. Nuestro papel como consultores es acompañar y aportar, no sustituir la voz local.
Segundo, el diseño desde las necesidades reales. Los proyectos deben responder al contexto y prioridades de la comunidad. Un proyecto descontextualizado, por más recursos que tenga, difícilmente logra resultados duraderos. Lo ideal es que surja de abajo hacia arriba, de la comunidad al financiador.
Tercero, el tiempo y la flexibilidad. Muchos proyectos internacionales imponen plazos muy cortos con metas demasiado ambiciosas, lo cual no es realista. Para ver resultados concretos en países en desarrollo se requiere al menos un año de implementación, incluyendo un espacio para evaluación. Además, la flexibilidad es clave: durante el proceso aveces surgen retos imprevistos que, con ajustes bien justificados, pueden ser atendidos sin perder de vista el objetivo principal.
En resumen, cuando los proyectos son apropiados por las comunidades, responden a sus necesidades y cuentan con tiempo y flexibilidad, tienen muchas más posibilidades de dejar beneficios a largo plazo y no quedarse en intervenciones temporales.
Como comunicadora, ¿cómo puede el marketing turístico convertirse en una herramienta para atraer un turismo más consciente y respetuoso?
¡La comunicación es una herramienta muy poderosa!. Para atraer un turismo más consciente y respetuoso es clave conocer primero a ese viajero: dónde está, qué busca, qué valora, cómo investiga y cómo viaja. El marketing debe servir para educar y sensibilizar, mostrando con claridad los esfuerzos que un destino o comunidad realiza en sostenibilidad, conservación y bienestar local.
La transparencia es fundamental: comunicar desde la realidad, sin exagerar ni crear falsas expectativas, ayuda a construir confianza y credibilidad. Además, es importante usar narrativas que inspiren al viajero a formar parte de la solución, no solo como espectador, sino como alguien que con su visita también contribuye al cuidado del entorno.
En definitiva, el marketing turístico no debe ser solo una herramienta de promoción, sino un canal de educación y de conexión emocional que oriente las decisiones de viaje hacia opciones más responsables.
¿Qué importancia tiene el patrimonio inmaterial —como saberes ancestrales, tradiciones orales o cosmovisiones— en la construcción de destinos turísticos únicos y sostenibles?
El patrimonio inmaterial es la esencia que convierte un territorio en un destino turístico único y sostenible. No son los paisajes por sí solos, sino los saberes, tradiciones y cosmovisiones los que dan identidad y autenticidad.
Hoy nos enfrentamos a dos grandes riesgos: la pérdida de este patrimonio por desconocimiento o falta de valoración, y la sobreexposición o “disneyficación” que lo vuelve artificial.
La sostenibilidad depende de mantener viva esta herencia cultural y compartirla de manera genuina, para que las comunidades se sientan orgullosas y los visitantes encuentren experiencias realmente significativas.
Para quienes buscan profesionalizarse en el turismo con enfoque social, ¿qué habilidades crees que serán fundamentales en los próximos años?
Para profesionalizarse en el turismo con enfoque social hay varias habilidades que serán fundamentales en los próximos años. La primera es la empatía y el respeto hacia las comunidades anfitrionas. Debemos entender que los verdaderos expertos son quienes viven en el territorio, y nuestro papel es acompañar y facilitar, no imponer.
La segunda es la capacidad de escucha y co-creación. El turismo socialmente responsable no se construye con recetas externas, sino a partir del diálogo, el intercambio de saberes y la construcción colectiva.
La tercera es una visión integral del territorio, que permita ver más allá del atractivo turístico y comprender las dinámicas sociales, culturales, ambientales y espirituales que lo sostienen.
Y finalmente, es clave la motivación auténtica. Trabajar en turismo con enfoque social no puede ser solo por obligación o interés económico, debe nacer desde la pasión y el compromiso de generar bienestar compartido.
¿Qué es para Nicole Layolle el turismo sostenible?
Para mí, el turismo sostenible no es un concepto aislado ni una moda, es una forma de relacionarnos, de vivir. Es el turismo que respeta, que valora, que aprende y que también entrega. Es el que te transforma y te conecta con los lugares y con las personas.
Creo firmemente que la sostenibilidad empieza en el comportamiento de la gente. Si los visitantes no entienden el valor de lo que viven, y si las comunidades no valoran lo que tienen, no hay sostenibilidad posible. Por eso siempre he enfocado mi trabajo en las personas, en el diálogo y en la construcción desde lo local. Mis estudios en paz y desarrollo me llevaron justamente a esa convicción: que la raíz de un turismo sostenible está en la capacidad de las personas para cuidarse entre sí y cuidar su entorno.
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