Raquel Huete: Desde la universidad siento que formo parte de un engranaje de transformación que va más allá de la transmisión de conocimientos
Profesora, investigadora, apasionada del turismo
Enseña Sociología del Turismo como Profesora Titular de Sociología en la Universidad de Alicante. Hasta su incorporación a la universidad trabajó en varias empresas relacionadas con el sector turístico y con la investigación social.
Fue Directora General de Turismo de la Generalitat Valenciana. Es licenciada y doctora en Sociología por la Universidad de Alicante y diplomada en Turismo por la Escuela Oficial de Turismo de Madrid.
Sus principales líneas de investigación son: el turismo accesible, la opinión pública sobre el turismo, el mercado laboral en el sector turístico y las relaciones entre el turismo y las migraciones residenciales.
Alicante, Comunidad Valenciana, España
Dices en tu perfil de Linkedin que de niña jugabas a ser agente de viajes. Con ayuda de un viejo atlas tus hermanos y tú organizabais periplos imaginarios por todo el mundo. Está claro que tu relación con el turismo es totalmente vocacional. Tus viajes desde joven te llevaron a desarrollar una profunda pasión que desembocó en lo que ahora haces desde la docencia y la investigación en la Universidad. Actualmente impartes la asignatura “Sociología del turismo” en la Universidad de Alicante, ¿qué es lo que podemos aprender de ello?
Efectivamente, desde que tengo uso de razón quise ser agente de viajes.
Cuando era pequeña, me ponía detrás de una mesa con un gran atlas, mis hermanos hacían de clientes y juntos organizábamos viajes a países lejanos, o incluso la vuelta al mundo.
Tuve la suerte de empezar a viajar sola al extranjero desde muy joven, lo cual no era habitual en el contexto social en el que vivía.
Quizás el hecho de haber nacido en la frontera hispano-francesa suscitó en mí el interés por conocer otras culturas. Pronto tuve claro que quería dedicar mi vida a viajar.
Entonces, me pareció que estudiar Técnico de Empresas y Actividades Turísticas era el mejor camino para convertir mi afición en mi profesión.
Con 22 años inicié los primeros viajes como guía turística. Recuerdo con emoción aquel primer viaje a la Expo de Sevilla, en 1992.
Después ocupé distintos puestos en una gran agencia de viajes, de la que me despidieron por negarme a declarar si tenía intención de tener hijos (y cuándo). Aquel trabajo me gustaba mucho, aunque no tanto sus condiciones laborales.
Eran los años en los que en España se emprendían las primeras reformas legislativas dirigidas a flexibilizar el mercado laboral, al tiempo que se producía una intensa privatización de grandes empresas públicas. El turismo se quedó al margen de las grandes decisiones en la política económica española, como sigue sucediendo en la actualidad.
En la agencia de viajes empecé a preguntarme por qué al mismo cliente se le podía vender indistintamente un viaje a las Islas Canarias, a las Baleares o Benidorm. También me interesaba entender cómo funcionaba la relación entre los tour operadores y las agencias minoristas o cuáles eran las consecuencias del turismo para los lugares cuyos paisajes eran modelados por esta actividad.
En aquel momento comenzaron a impartirse los estudios de Sociología en la Universidad de Alicante -ciudad a la que me había trasladado por motivos familiares- y me llamaron la atención. En la universidad española la Sociología del Turismo no existía como asignatura.
Era entonces una disciplina emergente que no se impartía en la titulación que empecé a cursar en 1993, aunque en el programa de la carrera sí que había otras materias que me ayudaban a comprender cómo el Mediterráneo se había transformado radicalmente desde mediados del siglo XX a causa del turismo y del proceso urbanizador que lo acompaña.
Así, mi interés inicial por el turismo como profesión dejaba paso a una curiosidad científico-social.
Las razones que se han esgrimido para explicar el subdesarrollo de la Sociología del Turismo en la universidad española son variadas y se hallan relacionadas:
- la mayor parte de las contribuciones se han realizado desde fuera de los contextos académico-universitarios formales.
- el desinterés del medio universitario español por analizar un proceso de cambio social que se ha percibido menos importante al compararlo con otras realidades supuestamente más conflictivas
- el impacto del llamado “turismo de masas” en regiones alejadas de los principales centros de producción sociológica del país (al menos hasta finales de los 80).
- la tardanza en la incorporación de los estudios turísticos a la universidad (hubo que esperar a 1996), cuestión que se agrava al buscar asignaturas de Sociología del turismo en las licenciaturas de Sociología;
- la escasa repercusión internacional de los textos redactados en esta etapa por investigadores españoles (al no publicarse en inglés).
- la falta de apoyo institucional, unida al hecho de que los análisis sociológicos tienden a revelar aspectos críticos de las realidades que estudian que no suelen agradar a las autoridades responsables de su gestión, más cómodas con los análisis económicos.
En resumen, la sociología nos invita a comprender cómo se relacionan los distintos actores que crean el sistema turístico: operadores empresariales, administraciones, turistas y sociedad local.
Se pregunta por sus motivaciones y también por las repercusiones que la actividad turística acarrea sobre las sociedades tanto de acogida como emisora de turistas.
Desde tu perspectiva, ¿supone el turismo sostenible una oportunidad para el desarrollo rural?
El desarrollo turístico en el medio rural ha de ser sostenible igual que en el medio urbano. Si no, no tendrá futuro, tal y como dice la expresión «sostenible».
La actividad turística puede suponer el deterioro medioambiental y social en cualquier espacio por lo que hay que estar vigilantes de que se cumplan las condiciones para un desarrollo adecuado en cualquier medio.
Creo que el turismo es un gran aliado para evitar el despoblamiento y la pérdida de la riqueza paisajística y natural de los espacios rurales siempre que no se pretenda como única actividad económica.
El turismo es una actividad tractora de la agricultura y la ganadería, así como de la artesanía mediante su práctica respetuosa.
No puede ser sostenible si es la única actividad porque en su propia lógica de desarrollo fagocita los recursos sobre los que se asienta.
La covid19 ha transformado los hábitos de vida de nuestra sociedad actual. ¿Cómo crees que ha afectado al desarrollo del turismo la pandemia?
De muchas maneras. En primer lugar, la seguridad ha tomado un papel muy importante. De todos es conocido que la inseguridad es una de las grandes amenazas del sector.
Hemos tenido otras experiencias como el terrorismo en muchos lugares pero es la primera vez que nos sentimos amenazados en nuestra salud de una manera global.
Me gustaría pensar que se ha aprendido a valorar la cultura del cuidado y también se ha descubierto el entorno más cercano pero me temo que solo una minoría de la población ha cambiado su percepción. También es cierto que se le ha dado voz a movimientos a favor de la sostenibilidad, la regeneración y la responsabilidad en el turismo.
Espero que no se quede en papel mojado y que realmente haya un cambio social, aunque sea solo por pura supervivencia como especie ante la emergencia climática.
En segundo lugar, no podemos olvidar que la pandemia ha tenido, y aún está teniendo, consecuencias muy graves en la economía que afectan directamente a las rentas de los hogares.
La desigualdad económica ha aumentado en España. Se ha agravado la situación de precariedad laboral, hay millones de familias que no «llegan a fin de mes» y miles que están en una situación de pobreza para quienes las vacaciones son imposibles ni tan siquiera de imaginar.
El modelo turístico español resiste bien esta situación porque las familias se trasladan a viviendas de amigos y familiares antes que perder la oportunidad del viaje.
Esta situación repercute directamente en empeorar aún más las condiciones laborales del sector turístico dado que la bajada de precios para aumentar las ventas ante situaciones muy complicadas en las que se encuentran muchas empresas es una tentación que inmediatamente tiene consecuencias sobre el salario y la contratación de la mano de obra.
La actual crisis sanitaria va acompañada de una crisis económica, ¿qué recetas se recomiendan desde el mundo universitario a los organismos públicos y a las empresas para hacer frente a esta situación?
Como decía, la bajada de precios no es el camino. Eso lo tendríamos que haber aprendido ya. No podemos competir en precios con otras economías menos desarrolladas. Las recetas las ha definido Europa: digitalización, economía verde y formación a lo largo de la vida.
Para profundizar en esto y tener distintas perspectivas, recomendaría el libro Turismo pos-COVID-19. Reflexiones, retos y oportunidades, editado en la Universidad de La Laguna por Simancas, Hernández y Padrón, en el que más de 100 colegas reflexionamos sobre esto, que preguntas y sobre las consecuencias previsibles de esta crisis.
¿A quién le toca liderar la recuperación del sector? (administración, universidad, empresa, sociedad civil,…)
Como dice mi colega María Velasco, el turismo impone una lógica propia que exige cooperar. Por eso el concepto de gobernanza es central. Las decisiones han de tomarse de manera colaborativa y consensuada, más allá de que en cada ámbito, cada actor asuma el liderazgo correspondiente según sus competencias.
Hay que profundizar en el desarrollo de mecanismos que garanticen una gestión turística basada en la gobernanza.
La colaboración público-privada aún no se toma en serio.
No es razonable que ante una crisis haya que improvisar comités de expertos. Esas comisiones deben ser estables y ser las mismas que tomen las decisiones estratégicas, consultando a los especialistas que se precise según el problema. En esos comités tienen que estar representados la administración pública y el empresariado, pero también los sindicatos, los centros de producción de conocimiento y los representantes de los ciudadanos, que son quienes van a recibir a los turistas.
¿Qué objetivos deberían ser prioritarios desde la Universidad en la preparación de los futuros profesionales del turismo? ¿Han cambiado esos objetivos para adaptarse a la “nueva normalidad”? ¿Se conoce el porcentaje de alumnado de vuestra Universidad que realiza emprendimientos relacionados con el turismo?
En cada curso de Sociología me encuentro con jóvenes que quieren aprender a analizar la realidad social y que, además, están decididos a hacer un mundo mejor.
Desde la universidad siento que formo parte de un engranaje de transformación que va más allá de la transmisión de conocimientos.
En la universidad inculcamos valores como el espíritu crítico, la solidaridad y la tolerancia. La universidad española tiene ante sí grandes desafíos como la digitalización, que trae nuevas formas de enseñanza y que puede hacer que las universidades con sistemas de docencia tradicionales se queden fuera de juego.
Es un gran reto preparar al alumnado para esta revolución digital en la que vivimos.
Efectivamente, también tenemos que formar a jóvenes emprendedores. Son muchas las iniciativas para favorecer el emprendimiento entre los estudiantes pero no tenemos aún el dato de cómo se concretan esas iniciativas.
Por último hay que reforzar las competencias actitudinales. Las capacidades que tienen las personas para enfrentar las diversas situaciones diarias, tanto en su vida personal como profesional.
Tenemos que reforzar la educación en las competencias de orientación al cliente, trabajo en equipo, resolución de problemas complejos y gusto por ofrecer un servicio basado en el respeto, la cordialidad y la inclusión. Es decir, tenemos que fortalecer la hospitalidad como elemento esencial de nuestro destino turístico.
¿Qué es para Raquel Huete el turismo sostenible?
Se trata de propiciar la evolución de la actividad turística hacia un nuevo modelo de desarrollo que facilite la integración de los turistas con la población local, su cultura y el medio ambiente, poniendo en valor la historia, las tradiciones, el territorio y el paisaje.
El objetivo es orientar la actividad turística hacia actuaciones capaces de conciliar el crecimiento económico, la mejora de la calidad de vida, la competitividad y la eficiencia con la protección del medio ambiente, el uso racional de los recursos naturales y culturales y la recualificación paisajística de los espacios turísticos.
Muchísimas gracias Raquel, en primer lugar por haber apostado por #hivetourism desde el principio, cuando sólo era una idea y por tu confianza en mí en esta colaboración que te propuse. En segundo lugar, por compartir tus conocimientos, experiencias y reflexiones acerca de tu visión sobre el turismo sostenible. Felicitarte, al mismo tiempo, por tu trayectoria profesional.
Has iniciado la primera ronda de entrevistas de esta singular «colmena» en la categoría «Universidad». Nos has mostrado qué papel juega la Universidad en la situación actual que nos ha tocado vivir. Igualmente, la relación de la misma con el alumnado, con el resto de actores que intervienen en la actividad turística o con la sociedad, en general.
Has aportado claves para la cooperación y la gobernanza para conseguir objetivos comunes que ayuden al turismo, un turismo que debe ser sostenible, tanto en el medio rural como en el urbano.
Muy interesante y a tener en cuenta para una inminente lectura, la recomendación que nos haces acerca del libro en el que has participado y que ofrece recomendaciones para afrontar la actual crisis sanitaria y económica: «Turismo pos-COVID-19. Reflexiones, retos y oportunidades», editado en la Universidad de La Laguna.
Como siempre, un placer leerte Raquel y para aquellas personas que quieran saber más de tí, comentarles que en su entrevista aparece el enlace a su perfil de Linkedin, por si queréis conocer más de ella.
Excelente e interesantísima entrevista, gracias a la Profesora Raquel y ti estimado Juan Luis por compartirla!